Cuba, el calor y Varadero
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En Cuba el verano extiende sus alas hasta bien entrados unos cuantos “frentes fríos” que provenientes del norte, refrescan la isla en los meses finales del año y hasta abril del siguiente. Y se las arregla para entre “norte” y “norte”, colarse con su calor sofocante. Así nos parece que tenemos un eterno verano, lo cual no es un problema si se tiene cerca una playa o algún depósito de agua por el estilo. Pero lo que a menudo se tiene es el sol hincando las espaldas y sudor corriendo por la frente como si se tratara de una catarata: la playa es una ilusión constante mientras llega el fin de semana.
Hay quien se “aventura” entonces en el transporte público y trata de llegar a las playas del este, con sus extensas franjas de arena.O a las del oeste, populares por su cercanía a la capital y con sus círculos sociales, pero de menos abolengo.
Y está también Varadero, la playa fetiche del turismo en Cuba en la que todos quisiéramos recalar alguna vez.
Llegar allí si que es una aventura para el común de los cubanos. Debo confesar que solo había estado antes por razones de trabajo. El mar lo vi desde la ventanilla del carro.
De modo que haciendo malabares con el transporte y el tiempo (y con una reservación de hotel que como premio ganó mi novia Leslie), salimos el fin de semana pasado, decididos a llegar al afamado balneario de la provincia de Matanzas.
Con suerte arribamos a las diez de la noche, un tanto fría en esta época. El hotelito no era de lo mejor, al menos lo que esperábamos como buenos cubanos. Pero nos acomodamos pronto, como buenos cubanos también. Y luego el cansancio de un viaje de mas de 8 horas, (en un tramo que se recorre naturalmente en dos y media) no nos dejo mas espacio para vigilia, así que nos metimos en la cama hasta bien entrada la mañana del día siguiente.
Después de desayunar nos fuimos al mar, a caminar por la costa como lo hacen tantos de un lado para el otro, constantemente. Veinte kilómetros de playa para recorrer sin preocupaciones de ninguna clase. Y un excelente clima además, propicio para desenfundar la cámara para hacer mis fotografías, que es, de todo lo que sé hacer, lo que más me gusta.Y con lo que me gano la vida.
Recorrimos la orilla de la playa durante cuatro días. Visitantes de “afuera”, como se dice en las islas; cubanos que llegaron como nosotros, tocados con un "tach de gloria"; pescadores y vendedores de artesanías, desfilaron frente a mi cámara junto a vegetales y conchas arrojados por el mar sobre la duna.Y algún que otro cangrejo aventurero. Todo un mundo singular de solaz y ocio.
Fuimos descubriendo Varadero con la mirada del visitante que ve las cosas por primera vez, pero sin prestarle mucha atención a la infraestructura turística, de la cual solo nos servimos para pernoctar y comer, cosas que hubiésemos hecho con gusto en las caletas de la playa si hubiese restaurante a nuestro alcance allí.
Y regresamos el lunes, con mejor estrella que en el viaje inaugural, a la ciudad calurosa, bullanguera y estridente que es la Habana, a soñar con un fin de semana de playa refrescante y relajadora, quizás no tan “lejana” como Varadero.
Cuba, the summer and the Varadero Beach
In Cuba the summer extends its wings until good entered a few “cold fronts” that originating of the north, refresh the island in the final months of the year and until April of the following one. And one fixes them stops between “north” and “north”, to strain itself with his suffocating heat. To thus it seems us that we have an eternal summer, which is not a problem if a beach or some water tank is had close of the sort. But what often it is had it is the sun sinking the backs and sweat running by the forehead as if one was a cataract: the beach is a constant illusion while the weekend arrives. There is one who “then adventure” in the public transport and is to arrive at beaches of the east, with its extensive sand strips. Or to those of the west, popular by its proximity to the capital and with its social circles, but of less ancestry. And it is also Varadero, the beach fetiche of the tourism in Cuba in which all we wanted to saturate sometimes. To arrive there is an adventure for the common of the Cubans. I must confess that it had before been for work reasons. The sea I saw from the window of the car. So that doing magic with transport and time (and with a hotel reservation that as prize gained my girlfriend Leslie), we left the last weekend, determined to arrive at the famous bath of the Matanzas province. With luck we arrived at ten, at night somewhat cold one at this time. The hotel was not of the best thing, at least what we hoped like good Cuban. But we accommodated soon, like good Cuban also. And soon the fatigue of a trip of but of 8 hours, (in a section that is crossed naturally in two) I do not leave but space us for watch, so we put in the bed until entered the morning of the following day. After having breakfast we went to the sea, to walk constantly by the coast since they do so many of a side for the other. Twenty kilometers of beach to cross without preoccupations of any class. And an excellent climate in addition, propitious to unholster the camera to make my photographies, that are, of everything what I know to do, which I like more. And with which I gain the life. We crossed the border of the beach during four days. Visitors of “outside”, as he says himself in the islands; Cuban which they arrived like us, touched with “tach of glory”; fishermen and salesmen of crafts, in front of marched past my camera next to vegetables and shells thrown by the sea on the dune. And some that another adventurous crab. Everything a singular world of leisure. We were discovering Varadero with the glance of the visitor that sees the things for the first time, but without giving much attention to the tourist infrastructure, of which single we used to spend the night and to eat, things that we had done with taste in creeks of the beach if there were restaurant to our reach there. And we returned Monday, with better star than in the inaugural trip, to the warm city, bullanguera and estridente that is Havana, to dream about a weekend of frech and relax beach, “perhaps not so distant” as Varadero.