Por Reno Massola
Pasaron inadvertidos para
los transeúntes a lo largo de los años. Por estos días, el muro perimetral del
Ministerio de la Industria Alimentaria muestra un colorido inusual. La que
otrora fuera la renombrada compañía Nueva Fábrica de Hielo, alberga un singular
patrimonio que abarca desde esculturas y
relieves en bronce que rememoran los inicios de la singular empresa y
sus fundadores, vitrales alegóricos, hasta
chapas o tapas de las botellas de las bebidas que producían fundidas en
morteros de cemento que hoy llaman la
atención de los viandantes.
Con la idea de enlucir el
entorno del céntrico edificio, la
administración de dicho ministerio contrató los oficios de una cooperativa no agropecuaria que se hizo cargo
del difícil trabajo de restauración.
El diseñador y
muralista Luis Miguel Jiménez Rodríguez
ha sido la mano detrás de los colores que resaltan las chapas de botellas de
cervezas, algunas ya desaparecidas, pero
que alcanzaron gran renombre. Cuenta que personas mayores, vecinas del lugar,
les han dicho que nunca se había hecho
tal obra, ni siquiera en su inauguración. Luis habla con satisfacción pues es
uno de los trabajos más interesantes y exigentes que ha enfrentado y reconoce
la importancia de la historia. También habla con orgullo de su joven hija
Sheila Jiménez Alfonso que lo acompaña en la obra. Graduada de Bibliotecología, Sheila labora con Luis en las encomiendas que
realiza, ahora como trabajador de la cooperativa, desde bien
pequeña. De niña, dice, le agarraba los
pinceles al padre y actualmente también pinta en lienzos. Hoy, subida en los
andamios, de trazo en trazo nos habla de la satisfacción que siente al seguir
los pasos del padre.
En ambos se trasluce la
pasión por lo que hacen y no son pocos los elogios que reciben de quienes por
estos días “descubren” y disfrutan de estas singulares figuras que gracias a
sus talentos cobran nueva vida, realzan el entorno y rescatan la historia.
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