enero 03, 2016

Un día en el Paseo


Por Reno Massola
La Habana tiene una larga relación con ese mar que la baña o la refresca a su antojo. Es el malecón habanero  una especie de simbiosis entre ciudad y mar. El borde donde recalamos a soñar, pasar nuestras penas o simplemente a deleitarnos con el paisaje que se nos abre anchuroso a la mirada.  Le ha nacido al célebre rompeolas una suerte de hermano menor, el Paseo marítimo de la Alameda de Paula. Un singular espacio mar adentro que de a poco la población va apropiándose de él. Lo hacen  suyo, a su manera,  niños, familias, amigos, parejas que lo inundan a diario en esta ciudad que cumplirá 500 años, abanicada por la brisa del mar y la restauración que le devuelve sus encantos. Y le regala otros.










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