Por Reno Massola
Había avanzado bastante el verano sin haberme
apenas dado cuenta. Este año por fin me gradué en la universidad y andaba
envuelto en algunos proyectos. Mi amiga Anaray, que desde el concurso de fotografía de
naturaleza que hicimos en Seibabo, Villa Clara, se había quedado con las ganas de montear,
incendió nuestro grupo de excursionismo con la idea de no dejar pasar la
temporada sin siquiera acampar en Monte Barreto. En menos de veinticuatro horas
se me apareció Adriana, otra entusiasta empedernida, en el Instituto Internacional de Periodismo donde impartíamos un curso de fotografía y
video para niños y adolescentes. No salió de allí sin que antes hubiésemos ideado la acampada de verano del 2015 del
grupo Camping Cuba. ¡Nos iríamos a Boca de Jaruco!
Conocí el lugar en la década
de los 80 cuando pertenecía a un círculo de interés del grupo espeleológico Pedro
Borrás. Me pareció un buen sitio por su
cercanía y su alto valor histórico y geográfico, prácticamente desconocido.
Existen allí cavernas como Vaho y Cinco
cuevas, la cual decidimos sería el objetivo de la expedición. Y también la
batería de San Dionisio con sus recientes descubrimientos arqueológicos y su hermosa
vista de la boca. ¡Todo a menos de una hora de camino!
Corrimos la convocatoria en
la red social en internet y nos reunimos
19 campistas al filo de la una de la
tarde del viernes. Entre ellos cuatro adolescentes,
fotógrafos, periodistas y algunos
estudiantes universitarios. Cerca de las tres de la tarde estábamos
desembarcando en el puente de Boca de Jaruco con mochilas, carpas, calderos y otros
avíos.
Hacía más de veinte años que
no iba a este sitio, aunque conservo bastante nítidos los recuerdos. Aun así,
el paisaje había cambiado notablemente y la maleza impidió localizar temprano
la cueva. Cargados hasta los mameyes, sobre todo con bidones de agua y bajo el
sol abrasador, caminamos unos dos kilómetros. Terminamos acampando en una
vaquería abandonada en las cercanías. El entusiasmo del grupo alcanzó todavía
para explorar un acceso al cercano río. Al encontrar casi seco el cauce,
decidió la mayoría irse a la playa en la desembocadura. Mientras, y sin que
mediara machismo alguno, Madelin y las adolescentes Perla, Beatriz y Ana Laura quedaron en el campamento
preparando la comida. Un fugaz aguacero
casi les apaga la hornilla con carbón que
el abuelo de Ana Laura previsoramente le había cedido para la aventura. Calixto
improvisaba como podía una carpa con sabanas para él y su novia. Morejón no
paraba de fotografiar. Por mi parte, dispuesto a no hacer el ridículo (no más
allá de no poder encender el carbón, como siempre), me dediqué a registrar el monte en compañía del joven Javier, hábil explorador y veterano de otras
excursiones, para encontrar el acceso a
la caverna casi al anochecer.
Ya en la madrugada regresó
el grupo de la playa y se sumaron tres excursionistas más que salieron de sus
trabajos para el monte: Claudia, su novio y Dy, que recordó con añoranza sus
actividades de pionera exploradora en la zona. Resultó que era nativa del
cercano poblado de Santa Cruz del Norte y algunos bromeamos un poco. El campamento se mantuvo animado hasta casi la
llegada del alba.
La playa había seducido a unos cuantos la noche
anterior, pero el interés por la novedosa experiencia permaneció intacto. Para la mayoría esta fue su primera experiencia en
exploración de grutas y tenían gran expectación. Todos estaban al tanto de los riesgos que implica la espeleología y
algunos llevaron cascos y naso bucos.
Con la euforia del hallazgo,
habíamos olvidado Javier y yo marcar el
acceso encontrado en la noche anterior. Resuelto el percance y salvada mi
honra, ya a las diez de la mañana estábamos listos.
Poco a poco nos adentramos
en la impresionante gruta. Las maravillas del subsuelo fueron apareciendo a la luz de las linternas. El salón de la
claraboya, el de los derrumbes… las clásicas estalactitas, estalagmitas,
columnas y hasta esas raras y
fascinantes formaciones llamadas elictitas que nuestra imprescindible Madelin
se esmeró en explicarnos. Los murciélagos revoloteaban sobre nuestras cabezas todo el tiempo y el grupo, entre malabares y resbalones, logró
llegar hasta el “paracaídas”, especie de manto calcáreo formado por una cascada
subterránea donde nos hicimos la clásica foto oficial. Salvo
un par de caídas sin mayor trascendencia, la exploración se desarrolló bien. Sin embargo, la vasta agresión que
visitantes sin escrúpulos han perpetrado en esta caverna, declarada monumento
local, nos entristeció. ¿Cómo es posible tanta depredación?
Unas tres horas duró el
recorrido por la espelunca. Aunque bien puede llevar más de medio día la
exploración profunda, la playa seguía en la mente de la mayoría. Así en la tarde del sábado recalamos con nuestros
bártulos debajo del puente. Después iríamos a dar a la boca y a la batería San Dionisio ante
la insistencia de los jóvenes
estudiantes, con Rene Camilo a la cabeza, que ya habían merodeado por el lugar
y descubierto una acogedora caleta de playa.
Esperamos el crepúsculo admirando los recientes yacimientos arqueológicos de San
Dionisio, tomando fotos y fluyendo con la tarde. Boca de Jaruco tiene mucha historia para contar. Es un buen sitio de temporada,
aunque con un único centro de recreación
local: la base de campismo. Al llegar la noche y hacer el recuento de las
jornadas nos preguntábamos cuantos
lugares en Cuba guardarán historias y
atractivos que bien podrían potenciar el turismo local.
Tarde en la noche, Madelin y
las chicas nos sorprendieron con una receta creada
por Beatriz para la ocasión: espaguetis con atún y perro caliente con dos días de
descongelación. Afortunadamente, sobrevivimos.
El amanecer del domingo se
dibujó magnífico en el horizonte. A media mañana emprendimos el regreso
preguntándonos por qué las mochilas pesaban tanto todavía. Teníamos en mente futuras
expediciones para conocer un poco más
nuestra bendita geografía, pero definitivamente sin esperar el siguiente verano. O al aguijoneo
de Anaray, que dicho sea de paso, se embrolló a última hora y no pudo
sumarse a la aventura que ella misma nos había incitado.
1 comentario:
Buen trabajo Reno!! y excelentes fotos, no dejes de convocar, agrupar y llevarnos en esas aventuras.
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